A propósito de la prueba Pisa
Escribe: Pedro N. Castañeda Pardo
Desde que el Ministerio de Educación publicara en diciembre del 2010, los resultados del Perú en las pruebas denominadas PISA-Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, que diseña la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), he tratado de indagar sobre esos “logros” que el gobierno, aplaudió a todas costas. En efecto, esta prueba, se aplica a una muestra representativa de jóvenes de 15 años, de ambos sexos, de 65 países del mundo, para medir los niveles de dominio de matemáticas, ciencias y lectura.
De manera entusiasta, el presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Educación José Antonio Chang Escobedo, dijo: “Es el más alto puntaje de crecimiento logrado en esta prueba aplicada en mayo del 2009. Somos el número uno en este aspecto, seguido de Chile con 40 puntos”, expresó, al tiempo que demandó se mantengan las políticas educativas realizadas.
Sin embargo, dentro del bagaje de opiniones de expertos en el tema, como León Trahtemberg y otros, coinciden que los resultados de esta prueba no son halagadores para nuestro país, pues esta vez, estamos en el antepenúltimo lugar de 65 países, superando solamente a Azerbaijan y Kyrgyzstan. Por ejemplo, el columnista Zenón Depaz Toledo, en su artículo titulado: “El Perú avanza en analfabetismo funcional”, sostiene que, estamos caminando hacia el analfabetismo funcional, problema al que nos enfrentamos y al que aún nos espera superar, si es que hay cambios verdaderos en la política educativa de nuestro país.
Pero ¿qué es analfabetismo funcional?
Entre la abundante literatura que existe, se dice que es la incapacidad de un individuo para utilizar su capacidad de lectura, escritura y cálculo de forma eficiente en situaciones habituales de la vida. Se diferencia del analfabetismo absoluto, pues esta es la incapacidad de leer o escribir frases sencillas.
Una persona analfabeta absoluta no sabe leer ni escribir. Un analfabeto funcional, en cambio, lo puede hacer hasta un cierto punto. Un adulto que sea analfabeto funcional, no sabrá resolver de una manera adecuada tareas necesarias de la vida cotidiana, como por ejemplo, rellenar una solicitud para un puesto de trabajo, entender un contrato o seguir unas instrucciones escritas.
Por otro lado, investigaciones muestran que, la correlación entre el crimen y el analfabetismo funcional es un hecho bien conocido por criminalistas y sociólogos alrededor del mundo. En el año 2000, se estimó que el 60% de los adultos en prisiones estatales y federales en los Estados Unidos sufrían de esta condición, y que el 85% de los criminales menores tenían problemas asociados con la lectura, escritura, y matemáticas básicas.
Finalmente, después de conocer los resultados, se ha evidenciado que no hemos logrado despuntar a ningún país que nos superaba en el 2001 y que seguimos entre los coleros. Quizás salgamos de este atolladero, cuando se cambie verdaderamente la política educativa, y cuando el presidente deje de llamar a los sufridos maestros, “comechados”. De no ser así, en pocos años, como lo sostienen los expertos, el Perú tendrá el status de analfabeto mundial. Dios nos libre.
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